Aura y Efraín, gentiles anfitriones, entre los representantes de Ron Veroes, animados a integrarse próximamente a la Ruta. (Foto. Emiliano Barreto). |
Se logró el milagro de integrar una brigada de cocineros y mesoneros en apenas una tarde, cuyo profesionalismo y dedicación fueron la causa principalísima del pleno disfrute que todos los asistentes afirmaron haber sentido al disfrutar de la crema de jojoto y la pulpa de cerdo horneada con salsa de papelón de El Fuerte Bar & Grill, del funche de longanizas, los bollos pelones sanfelipeños y el quesillo de café de La sazón de Belkis, de las cachapitas con queso de mano de Yumare y los tequeños de jojoto de El Tibón, del asado de cochino y el pico de gallo a la naranja del restaurante Cántaros, y de la sopa de quinchoncho fresco y la falda nirgüeña de la posada Momentos, en cuyos espacios nos dimos cita. La cerveza artesanal Yaracuy y el refrescante coctel creado por el maestro bartender Wilmer Rodríguez para identificar la Ruta, complementaron perfectamente una tras otra de las antedichas exquisiteces. Y el ensamble G Acoustic Band, con su bien seleccionado y mejor interpretado repertorio de música popular yaracuyana, puso la nota melódica precisa para facilitar el intercambio amistoso.
Los propietarios y gerentes de los restaurantes miembros de la Ruta con sus respectivos distintivos de identificación. (Foto: Emiliano Barreto) |
Por su parte, los queridos amigos de la Corporación Yaracuyana de Turismo y del Centro de Estudios para la Hospitalidad y el Turismo de la Universidad Nacional Experimental del Yaracuy, así como Luis Matos, Sol Emilia Flores y Alma Gagliardi, estudiantes de Diseño Integral de la UNEY responsables del diseño de la imagen gráfica de la Ruta, tuvieron allí la oportunidad de recibir unos diplomas de reconocimiento por la enorme importancia de su aporte. Y las siempre generosas y entusiastas Haydeé Castillo, Yolanda Estanga y Milagros González, tuvieron la gentileza de entregar a todos los asistentes unos presentes de despedida elaborados por ellas mismas especialmente para la ocasión. En el ambiente la buena vibra casi podía tocarse con las manos. Un poco más y también se habría podido comer.
El momento de la concentración. (Foto: Emiliano Barreto) |